2 de mayo de 2013
Querida compañera Cristina Fernández:
Por medio de
la presente carta, quiero acercarte mi agradecimiento, porque las acciones en
las que te pusiste al frente le posibilitaron una muerte digna a mi madre. No
se trata solo de vivir dignamente, sino también de morir de esa manera. La
recuperación de lo que nunca debió abandonarse, el Estado, nos aseguró a mi
madre, mis hermanas y a mí, contar con la presencia y el cuidado que PAMI pudo
brindarle. La historia de mi madre, de mi familia, mi historia, está ligada al
Instituto. Allá por 1996 mi madre, cansada de luchar sola con cuatro hijos,
aceptó lo que el Estado nunca debió ofrecerle: el retiro voluntario. Dejó de
trabajar en el Instituto donde mi abuelo fue el primer Presidente, donde pasó
veinticinco años, donde pasé tantas y tantas horas de mi vida, y comenzó EL
TIEMPO DE LA NADA. Tiempo que se llevó a tantos y tantos argentinos, que
posibilitó la destrucción de tantas vidas.
1996, tiempo
en el que con mis hermanas tuvimos que hacernos cargo de sostener lo que mi
madre ya no podía, con la fortuna de haber nacido en una casa de clase media, por
lo que teníamos trabajo. Tiempo que dio inicio a que en el 2001 mi hermana
menor se fuera a vivir a España, desde donde giraba euros para mantener a mi
madre. Tiempos en los que con 30 años de aportes mi madre no podía acceder a la
jubilación. Tiempos en los que pudimos soportar el peso del sostenimiento de un
familiar subsumido en el tiempo de la nada, tan bien relatado por Michel Ende
en su novela “La historia interminable”, hasta que, como en la novela, llegaron
otros tiempos. El tiempo de TODOS. Cuando llegó nuestro tiempo, mi madre se
pudo jubilar y para nosotros, compañera,
fue un alivio. Mientras el derecho decía que a ella no le correspondía, el
reconocimiento del Estado de su necesidad, le posibilito recuperar la dignidad
de tener su dinero sin tener que andar pidiéndonos a nosotros, ella que nunca
supo lo que era ser mantenida. La cantidad de veces que me pedía que te lo agradeciera,
creyendo que como militante podía hacértelo saber y hoy que ella no está, tengo
que saldar esa deuda. La jubilación fue un alivio. ¿O de qué se trata el tiempo
de júbilo sino?
EL TIEMPO DE
TODOS le permitió volver a creer en PAMI. Me llevó mucho tiempo convencerla de
que PAMI ya no era el que ella había conocido, hasta que lo vivió. Cuando más
lo necesitaba, cuando su prepaga de UPCN no cumplió con sus obligaciones. Primero
fue su medicación y pañales gratuitos. Sabemos compañera de la indignidad que produce
tener que usarlos, peor si hay que pagar por ellos. Después el PAMI estuvo
cuando ella más lo necesitaba y cuando más lo necesitamos nosotros, sus hijos.
Cuando estábamos en el tiempo donde nada se podía hacer para evitar lo inevitable,
ni mi madre ni nosotros estuvimos solos. 24hs de cuidados en su domicilio,
acostada sobre una cama acondicionada, kinesiólogos y médicos yendo a su
domicilio a atenderla. Eso nos posibilitó no estar siempre presentes donde lo inevitable
se vuelve insoportable. Fue un alivio poder no ir un día a visitarla, sabiendo
que estaba cuidada.
“Quiero que
pongan en el cajón la foto del abrazo de Eva y Perón y la de Néstor y Cristina
que tengo en la pieza” pidió y tuvo. Tuve la suerte, compañera, de que
aceptaste que nos sacáramos una foto en el acto por el 17 de octubre de 2010, para poder regalársela y ella
orgullosa la tenía al costado de su cama. Con ese mismo orgullo de pertenecer a
este nuevo tiempo del que con Néstor te pusiste al frente, es que te digo:
Cristina, gracias. Te agradezco con toda mi alma tu entrega. Porque cuando ella
ya no tenía más para dar, hubo quién le diera. Porque cuando nosotros no
dábamos más, hubo quien nos sostuviera. Porque EL TIEMPO DE TODOS, puso fin al
TIEMPO DE LA NADA, y no sólo no se murió sola, sino que antes de morir recuperó
la dignidad de no depender de nadie para vivir, ni de afrontar sola la muerte.
Con un amor y un agradecimiento que ninguna palabra podrá
expresar, te saludo compañera.
Santiago.
No hay comentarios:
Publicar un comentario