Por el Dr. Calzon Castreu.
Habiendo sido contratado para realizar lo
que mejor sé hacer, diagnósticos de pacientes a los que jamás vi, hoy voy a
hacer una excepción y diagnosticaré a uno que veo siempre: Jorge Lanata. Un
anticipo: no voy a referirme a su adicción a la cocaína, porque ya lo hizo
Luisito en la biografía que realizó del paciente a indagar, y porque había que
estar muy duro para ir a buscar la plata de Gorriarán para poner Página/12.
Otro anticipo: tampoco me voy a referir a sus alteraciones de juicio que lo
llevaron a menospreciar a Tenembaum, hasta que se la puso para crear Veintiuno;
que lo llevaron, junto al periodista Nelson Castro, a acusar desde esa revista
a Fontevecchia cuando cerró el periódico PERFIL en 1998, y después a ser los
principales columnistas cuando PERFIL reapareció como diario. Un último
anticipo: tampoco voy a decir que tengo un paciente en tratamiento que trabajó
en el único supermercado nacional al que Veintiuno sacó en tapa por evasión
impositiva, y que mi paciente asistió a una reunión en la que su jefe, sino
recuerdo mal se llamaba Alfredo, le recriminó a la gerencia de marketing quien
no le puso la plata al gordo, así lo llamó “el gordo”, “porque el gordo siempre
llama antes para evitar que la noticia salga”. Esto me permite afirmar,
científicamente hablando, de otro paciente al que jamás atendí, pero que por
sus declaraciones me permite afirmar que no tiene ideas delirantes: el
periodista Navarro, que narró la misma historia que mi paciente, respecto a un
pedido de Jorge Lanata al ex Presidente Néstor Kircher, al que sí atendí, pero
por mi integridad física no pienso contar nada, salvo una cosa que lamenté
siempre, es cierto, era hincha de Racing.
Respecto al paciente en cuestión, el Sr.
Jorge Lanata, comienzo por lo más importante, el diagnóstico: tiene el aparato
adentro. Este síndrome, contagioso por cierto, se caracteriza por el ingreso de
un virus que lleva a las personas a repetir siempre lo mismo sin tener
conciencia de lo que hacen y sin poder evitar hacerlo. La evolución puede ir de
una simple repetición, esporádica, en conversaciones familiares o laborales,
pasando por un grado más avanzado, como cuando ya el virus toma las
extremidades superiores y nos encontramos con pacientes que como en un estado
de trance, no puede dejar de escribir frases contradictorias, y que todas
atentan contra el estado de bienestar del paciente. El grado más avanzado y
peligroso de esta enfermedad, sólo vi un paciente así, puede observarse cuando
el virus del aparato le impide al paciente hablar por sus propios medios y se
le forma un aparato en la zona de las cuerdas vocales, como una pretuverancia,
que hace que el sonido que el paciente emite sea de tipo metálico, como el
hablar de un robot o como si un niño hablara con una cacerola en la garganta.
La situación del Sr. Lanata, hasta el momento, se encuentra en un estado
intermedio, pero en avance.
El paciente en cuestión tiene antecedentes
de precisar de aparatos. Sabemos que precisó de equipos de oxígeno para poder
respirar, ahora precisa de otros medios para poder vivir. El virus del aparato
podemos observarlo en las alteraciones de la fluidez del habla que el Sr.
Lanata presenta, lo que conlleva una salivación permanente que incomoda a
quienes tienen que lidiar con el enfermo. La repetición permanente de frases
del tipo caos o las repetidas preguntas del tipo “me escuchaste, me
escuchaste”, se deben, como señaló el médico francés Paul Broca, al “síndrome
de tn”. Broca llamó “tn” a su síndrome porque su primer paciente Laborge, a
quien apodaban “tn” padecía una degeneración neurológica que le hacía repetir permanentemente “tn”,
“tn”. El pronóstico es delicado. Por la epicrisis del paciente sólo resta
esperar un aumento en la formaciones delirantes, una mayor dificultad en el
habla y la peor de las condenas, que es la burla social generalizada.
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