sábado, 11 de mayo de 2013

Conversemos sobre la violencia


Los discursos sobre la violencia ocupan un espacio relevante en el habla de la mayoría de las personas y los medios de comunicación. Podríamos preguntarnos ¿Porque de violencia de género habla mucho la gente es que está en los medios o porque está en los medios es que habla de violencia de género la gente? Sin lugar a dudas, prima que la razón está en los medios. La lucha militante de las compañeras de género lograron instalar el tema en la agenda mediática. 
Cualquier clasemedia argentino tiene algo para decir sobre el inconsciente, la certeza para explicar por qué alguien es un perverso y la explicación como enfermedad para distintos conflictos sociales. Esto es lo que está presente en el discurso de género que impera. La cuestión del ser. Es un violento. Es un perverso. Es un acosador. 
Nos encontramos con programas para mujeres víctimas de la violencia, pero no con programas para hombres. El único que conocí, en el que hice prácticas profesionales universitarias, depende de la Ciudad no autónoma de Buenos Aires, y durante años lo sostuvo un psicólogo a pulmón. Hay una resistencia muy fuerte a tratar a los hombres denunciados. Para quienes los consideran enfermos, les decimos: a los enfermos se les tiene que ofrecer tratamiento. Pero hay quienes no consideramos enfermas a las personas que realizan actos violentos, porque la violencia no es una enfermedad. No explicamos los conflictos sociales desde la medicina, porque recordamos que ahí está el origen del poder psiquiátrico. Zaffaroni, que fue más lejos por el camino que comenzó Foucault, encontró al médico que levantó la mano cuando preguntaron quién da prueba de que había que quemar a la bruja. Yo, dijo. ¡Sí, es una maníaca!

Sabemos de la manifestación en la violenta de distintos conflictos sociales. Todo el arco progresista está de acuerdo en no bajar la edad de inimputabilidad a los pibes. En no criminalizarlos, encerrarlos, por los efectos violentos que produjo la violencia social a la que fueron sometidos. Entonces, desde el conflicto social, entendemos que un pibe de trece años que roba, que mata, no tiene que ir preso, porque no se le dio la posibilidad de vivir de otra manera, entonces no podemos condenarlo. Pregunta ¿Cuándo es que las conductas violentas de ese adolescente dejan de explicarse por los conflictos sociales y pasan a individualizarse para terminar llamándolo violento de género si golpea a una mujer? Si un pibe mata a una persona en el marco de un delito por la propiedad, el hecho delictivo lo explicamos por su historia, pero si le pega a la novia, que es otro hecho delictivo ¿lo explicamos porque es un violento de género y pedimos las condenas punitivas más altas? ¿No vale más su historia de violencia para explicar sus conductas y evitar la prisión? ¿Métodos violentos para solucionar el problema de la violencia?

Sabemos que no todo se puede explicar por los análisis sociológicos, así como no se puede psicologizar la sociología y la política. Psicologizar es hacer medicina, hacer diagnósticos clínicos de conflictos sociales. Está bien hacer medicina cuando hay un enfermo, pero no para explicar la realidad. Para poder pensar la situación particular de ese hecho violento entre al menos dos personas, tenemos que considerar también el contexto en el que se desarrolla la historia de esos sujetos, porque si no indagamos, va a ser complicado. Es preciso generar espacios que alojen los efectos de la violencia para mujeres, como para hombres, porque sabemos que no es propia de un solo género. Así como también crear espacios para los pibes que conviven en una familia con violencia. Nadie elige por dónde entra al mundo, las criaturas que crecen siendo golpeadas, a veces repiten lo que vivieron. Como decía Freud, en la infancia puede repetirse activamente lo vivido pasivamente.

Es preciso que nos detengamos a analizar en serio el problema de la violencia, porque quienes tienen el poder de los medios de comunicación, difunden discursos de la violencia que bajan desde el norte, donde sólo se está dispuesto a abordar la violencia de un solo lado, especialistas en violencia laboral, violencia escolar, violencia manicomial, violencia de género, violencia familiar, violencia infantil. ¿No es siempre la misma violencia que se expresa en distintos espacios? 

La atomización del abordaje de los conflictos sociales por los espacios en los que se expresan lleva a que militantes de izquierda pidan respuestas punitivas en los casos de violencia de género y critiquen el punitivismo cuando se aplica a nuestros pibes y pibas pobres, que no casualmente en su mayoría son hombres los detenidos. 

Bien puesto está el nombre de la Fiscalía contra la Violencia Institucional porque la violencia está instituida. Es parte. Entonces no se trata de andar cosificando, haciendo proyecciones futurísticas de que si porque cometió un hecho violento es un violento y será un violento de por vida, “porque está enfermo”, y después no ofrecer tratamiento a los que así se considera. ¿O no es que a los enfermos no se los puede dejar sin tratamiento?

Sabemos que la violencia es la imposibilidad de tramitar algo por vía de lo simbólico. Donde termina la palabra comienza la violencia, decía Lacan. Freud señalo que cuando uno respondió una agresión con una puteada en vez de con una flecha, comenzó la civilización. ¿La civilización no tira flechas? Sabemos que un sujeto confronta con situaciones en las que no tiene palabras con las que responder y no encuentra otra respuesta que la acción. Por eso en ciertas situaciones podemos comprender la violencia. La violencia pone en cuestión el discurso que sostiene nuestras relaciones sociales. ¿Nunca matar? ¿Nunca pegar? Sabemos que los nunca se sostienen como imposibilidad. Lo que sí nunca, como dijo el Subcomandante Marcos, poner al otro en el lugar de víctima, porque del lugar de víctima es difícil salir.

"Pero el MAL no es una entidad, un demonio perverso y maléfico que busca cuerpos que poseer y, con ellos como instrumento, hacer maldades, crímenes, asesinatos, programas económicos, fraudes, campos de concentración, guerras santas, leyes, juzgados, hornos crematorios, canales de televisión. No, el MAL es una relación, es una posición frente al otro. Es también una elección. El MAL es elegir el MAL. Elegir ser el MALO frente al otro. Convertirse, por elección propia, en verdugo. Convertir al otro en víctima." Subco

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