jueves, 9 de mayo de 2013

Una década ganada


A veces la locura lo que muestra es que la presión es insoportable. Que impere pensar si el otro es un ganador o no, que valga tanto ganar, que ganar sea sinónimo de acumular, porque no alcanza con que escribas un gran libro, sino de que escribas muchos libros. Hay artistas de los que dicen despectivamente, escribió un sólo libro, grabaron un sólo disco. Al menos uno, ojala consiga al menos uno. ¿Quedaban otros muchos lugares para recluirse? ¿Mostrarse perdedor? ¿Mostrarse carente? ¿Como un carenciado? ¿Respondiendo como carenciados? No, y llamaron depresión a eso. A un conflicto social lo diagnosticaron. A eso se refería Basaglia cuando decía de no construir respuestas terapéuticas para conflictos sociales. Son las consecuencias lógicas de una lógica. Donde impera que se trata de ser winner o looser. ¿Dónde quedó la humanidad de quien llama al otro perdedor y lo humilla? 
Donde no se puede fallar, la falla se oculta. ¿No son el shopping de la falla los programas de chimentos? Venden hasta cómo hay que vestirse. Hay personas que se visten como los que salen en la tele, y no jodamos, en la tele no aparecen las personas vestidas como se viste la mayoría. No hay pantalones truchos, le vendieron la publicidad a Adidas.
Les recomiendo vean "Buenos Aires viceversa" de Agresti, o "Un peso un dólar", de Gabriel Condrón, donde se pueden ver los efectos de las decisiones del Estado en las subjetividades. Donde se intentaba eliminar todo lazo de solidaridad, acabar con el deseo de participación, de encuentro con el otro, de necesidad del otro para la concreción de proyectos colectivos, emergieron sujetos donde la política no le interesaba, donde creían que nada se podía hacer para cambiar las cosas. Y nada se hizo. Comenzó EL TIEMPO DE LA NADA cuando el Estado comenzó a hacer NADA. Hacer nada contra la injusticia, los bombardeos, las proscripciones, los derechos adquiridos, las protecciones obligatorias. Cuando el Estado dejó de cumplir con sus obligaciones. Aunque falten, hoy tenemos un Estado que cumple, frente a lo que vivimos donde sólo cumplía con los intereses privados. 
Hombres acodados en distintas mesas, de bares, estaciones, cocinas ajenas, cocinas propias, patios, esquinas. Esa es la razón por la que el 70% del movimiento piquetero eran mujeres. En mis cinco años en Moreno, arranqué en el 2005, donde todavía no se sentía masivamente el kirchnerismo, pocas veces me encontré con un padre viniendo a solicitar ayuda, el 99% de las veces eran mujeres. Las mujeres se acercaban a los municipios a pedir por sus hijos. Para un hombre implicaba una vergüenza reconocer no tener para cumplir con las obligaciones. La desocupación hizo mierda muchas vidas. Los retiros voluntarios un tanto más. Porque fueron decisiones las de retirarse. Y cuando tomaron conciencia de lo que hicieron, fue duro, para  muchos era imposible reconocer el error. Hay quienes hicieron responsable al Otro y  muchos hombres pagaron el precio de sostener el discurso que establece los lugares que debe ocupar un sujeto por el hecho de ser hombre. Que quede claro que no pienso en términos de género sino de sujeto. Como quieran que lo nombre, se trata de un sujeto existiendo en un lugar, pónganle el nombre que quieran, no tiene  por qué ser hombre o mujer, se puede ser otra cosa. 
Como un boludo prejuicioso que soy, no escuchaba Queen porque suponía que las letras no dirían nada, porque a mí la música de ellos mucho no me conmueve. A la canción "Bajo presión", jamás pude asociarla a una verdad tan bella, a una realidad tan bien construida, con tanto cuidado, armonía, pudiendo acercarnos a algo tan duro sin lastimar. No se trata de por locos, la segregación la vivió Freddie Mercury por homosexual. Se trata de no tolerar la diferencia, del imperio de lo homogéneo. ¿Homo genio? ¿Sapien? ¿En qué sapien el quía? Cuando Dios hizo que el mono sapien, pensó en un argentino, por eso lo nombró al vesre. El papa es argentino, le dijo a las monjas "no piensen como solteronas", pero les impide que se casen. No piensen como solteronas, piensen como madres, les dijo,  estableciendo que una madre no es soltera, una madre soltera no es una madre. La cuestión del ser. Es soltera. No es lo  mismo decir soy soltero que estoy soltero. Uno cierra el otro deja abierta la posibilidad del cambio, del cambio de tiempo. Ese discurso tiene peso y valor en la Argentina. Que haya muchísimas madres solteras no quiere decir que la sociedad promueve madres solteras, sino que se promueve el valor de la familia, y la familia es el producto de la unión de dos personas sostenida en el tiempo y que aloja hijos en el mundo. Cuando Bergoglio iba a la villa 31 iba a decir madres solteras no, por favor. 
Ser visto como la falla, como lo que no hay que mostrar, tiene consecuencias subjetivas. Vi a un hombre muriéndose por tener HIV y negar la enfermedad delante mío, por vergüenza. ¿De qué tenía que avergonzarse? Ni ante la muerte se permitía reconocer que tenía lo que no hay que tener, lo que nadie quiere tener, la peste rosa, la cosa de puto, de drogadicto, de abusador, de violadores, que pudiera llegar a pensar que yo podía pensarlo como alguna de las tantas descripciones que circularon durante tantos años. Llevar la marca en la familia, la falla familiar, la familia como causa de la falla, lo sostienen tantos médicos, maestras, psicólogas, psicopedagogas, y decimos no es la familia la causa, es la lógica de tener más, de acumular, de ser el que pueda dar todo, acceder a todo, porque comprar es dar, sino se tiene lo que dar, no se compra, no se acumula, se reparte. Se parte. Ser parte. Estar adentro o estar afuera. Tener lo que el otro desea tener o no. Privado o público. Individual o colectivo. El tiempo del todo o el tiempo de la nada. El tiempo de todos, donde participamos organizados para cambiar las cosas, o el tiempo de la nada, donde separados decíamos que nada se podía hacer, mientras hacíamos nada para terminar con ese tiempo. Hay que terminar con el tiempo de que le pedimos al otro que haga lo que nosotros no hacemos, que sólo se trata de que el Otro haga, lo que uno hace no tiene nada que ver. El tiempo de todos que se reinició cuando el Estado volvió a hacer lo que había dejado de hacer y eso fue posible por los que volvieron a participar. Sin participación, no hay un Estado que intervenga a favor de las mayorías.

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